
Comparto la inquietud de los guionistas de «The Good Fight», la serie de televisión. Una serie imprescindible. No te la pierdas.
Se han tomado muy en serio el comentario de Trump, un señor que participó en realities, y que dijo:
—En la tele conocí a gente muy inteligente—
Son conscientes de lo que eso significa.
Trump en lugar de perseguir, encarcelar o matar a los dramaturgos, aprendió de ellos y los versionó. El trumpismo, irónicamente, está mucho más al día, es más empático con el espíritu de los tiempos, que el comportamiento demócrata-sigloXX-aristotélico. Es McArthur 3.0
Y los guionistas de la serie plantean su análisis con mucho sentido del humor. El capítulo 9 de la temporada 6, que se puede ver en Movistar , es hilarante:
«Mejor que los high-techs, compren, tomen el control económico del partido demócrata y que el candidato a la presidencia sea Dwayne Johnson, «la roca», que hace milagros».
Y es una risa terapéutica porque hay que reírse para no llorar, de la estrechez de miras, «debilidad», de los demócratas aplicable también a nuestras izquierdas. Tienen su propio «Don’t look up» que podría llevar al traste a la democracia.
Y los guionistas de la serie también exponen que el campo de batalla político actual es el de la ficción (contrapuesta a documental) y de las nuevas tecnologías. Coincido con ellos. Un buen ejército de comunicadores y de hackers te puede hacer ganar elecciones. ¿Y los hechos? Menos. Verdad versus verosimilitud.
Criticar con aires de superioridad intelectual, que el mundo mundial consuma, consumamos, diariamente ficción, es no aceptar un hecho. Las izquierdas «superiores» culturalmente tampoco aceptan los hechos.
No todo está en Bourdieu. Hay mucho más. La Ficción, el storytelling, implica a la dramaturgia, la antropología, la psicología y la neurociencia. Es transversal.
Y acabo parafraseando a Mariano Sigman, un neurocientífico riguroso, es decir que no busca confirmar sus creencias. «Estamos en los albores de conocer lo que es La Conciencia».