Feliz porque Gabi me ha pasado el libro de Joan Marimón sobre el montaje. Joan Marimón: «El montaje cinematográfico del guión a la pantalla». ed. UBe Comunicación Activa. 2014 Hasta ahora sólo tenía el de Karel Reisz, que editó Taurus en 1986.
Lo primero que aprendí en el oficio de guionista es que el montaje es básico.
Hacia el año 1989-90 aprox. y después de haber cursado un curso corto de guión (el único en esos momentos en mi ciudad) tuve la oportunidad de entrar como guionista en un programa de televisión. Un programa de contenido cultural, de género indefinido, lo que significaba que se disponía de unos 5′ semanales para crear y experimentar. Aunque cobrásemos muy poco, era un lujo, lo que ahora equivaldría a la libertad que te da Internet.
El primer día que llegué con mi guión a la tele (no había dormido en dos días revisándolo) me hicieron bajar a las «salas de máquinas», las salas de montaje, para entregarlo. Algo que luego supe no es habitual pero que en esos momentos como novata que era, desconocía. Me encontré con el montador y realizador metidos en un pequeño estudio lleno de cables, mesas con mandos y pantallas. Apenas si tenía sitio para sentarme y tuve que conformarme con un minúsculo taburete que, discretamente, me habían colocado cerca de la puerta. Un lugar que se parecía a la sala de mandos de Star Treck pero en minúsculo. Realizador y montador no respondieron a mi saludo a pesar de que mostraban una gran sonrisa en su cara. Antes de dirigirme la palabra se miraron, complíces, y el montador, después de un gesto de permiso del realizador, me pidió el guión. Cogió el documento por la punta, lo miró con condescendencia y lo tiró, directamente, sin ni siquiera leer el título, a la papelera.
-Aquí ,»esto» no nos sirve para nada- me dijo con sonrisa traviesa ante mi total estupefacción. -Aquí, mandamos los técnicos- concluyó. Y siguieron como si nada, montando el programa del que se suponía yo había escrito el guión.
Recuerdo con cariño esa novatada que no tan sólo puso a mi «ego» en su lugar: dentro de un equipo, sino que también fue una gran lección. Lección que se fue repitiendo a lo largo de varios meses en las que el realizador me pasaba las cintas de vídeo para que las visionara y me las aprendiera «de memoria» (una vez, fueron 4 VHS de cuatro horas cada uno, en tres días). Una práctica que me hizo entender una regla de oro de la escritura de guión: que es una escritura visual. Y para ello el montaje es básico. Todavía siento un gran agradecimiento por esa gente «de oficio», grandes maestros, que me permitirieron aprender a la vez que «hacíamos»: creábamos y jugábamos. Ellos me mostraron uno de los secretos para acceder a esta escritura con imágenes: entender el lenguaje del montaje.
Así pués celebro este libro y animo a todo aquél que quiera escribir guiones que aprenda el lenguaje del montaje. (Saber montar aunque sea otro quien utilice el programa) Gracias, Joan Marimón, por compartir tu trabajo.
Y a pesar de lo que pueda parecer después de lo que acabo de contar, quiero aclarar que el guión en la tele es sagrado. 🙂