Madmen fue la primera serie con perspectiva de género. La primera temporada de esta serie describe sin tapujos el machismo de los años sesenta hasta el punto de que duele ver como un puñado de publicistas, hombres jóvenes blancos, ejercen de «amos del mundo» por encima de cualquier mujer.
Esta perspectiva está también en series como: Masters of Sex, Peaky Blinders, The Bletchley Circle o «Petalo Carmesí, Flor Blanca», o el mismo The Knick, por ejemplo. Series de época en las que los personajes femeninos viven dentro del contexto histórico, bien documentado, del machismo del momento, lo que da personajes creíbles y bien elaborados.
Aquí, no. No hay manera. Las series que se hacen en este país, en todo el país, siguen todavía tratando a los personajes femeninos muy pobremente sin contexto y dentro de esteriotipos como el de la aventurera, la ambiciosa, la maternal, la ligona…
Sigo sin ver personajes femeninos protagonistas tan bien diseñados como Oliver Kitteridge, o que se pueda incluir a una programadora más visionaria e inteligente que sus colegas ingenieros como en Halt and Catch de Fire. O que se construya una serie alrededor de un personaje femenino protagonista como en The Veep.
No, en las series escritas aquí, todavía se hacen concesiones a lo políticamente correcto, mal diseñando personajes femeninos. Incluso el buen personaje protagonista (único) de «Tiempo entre costuras», su condición de espía está por encima del hecho de ser mujer y vivir en un contexto histórico tremendamente opresivo y machista.
¿Por qué no se trabaja no tan sólo el arco de personaje sino también su mundo, su contexto histórico y social?
Hay que replantearselo. Sin buenos personajes no hay buenas historias y a la audiencia le vale la pena ir al cine o ver la televisión, cuando se describe personajes «reales» con debilidades, lo que se suele llamar de «carne y hueso», como es el caso de los personajes protagonistas de «Relatos Salvajes» .