Un palomo me ha atacado

Tal cual. Iba cruzando la desierta plaza Adrià tranquilamente, en una calurosísima mañana de Agosto, para llegar a la parada de bus camino de la piscina, cuando de pronto me cruzo con tres palomos en formación, bajando a toda pastilla desde las alturas, con la clara intención de acabar con un trozo de bocadillo que había en el suelo, un desperdicio. He tenido que frenar en seco porque las aves no tan sólo no se han dignado en desviarse un centímetro de su trayectoria, sino que la paloma que bajaba en mi flanco me ha pegado tal viaje con su ala que hasta he mirado hacia los balcones por si alguien me había tirado algo de lo duro que ha sido. No me lo podía creer. Palomas y palomos de Barcelona, de verdad, ¿estamos locos o qué?